Ella, la persona que consiguió secarme de mis sombras, que iluminó cada parte de mi vida, coloreando mi camino con su sonrisa. La persona en la que me acuesto y me levanto pensando. Se ha ido. Me ha dejado.
Y ahora estoy solo. Ahora me falta la tercera parte de mi todo, de mi esencia. Ahora soy nadie. De la felicidad a la amargura, de lo blanco a lo negro, de sol a nublado, de lo suficiente a lo insuficiente, de lo increíble a lo horrible, de lo hecho a lo desecho.
Me tiemblan ligeramente las piernas y un sudor frío empaña mi cuerpo. Quiero ir detrás de ella. Quiero decirle que la quiero, que la amo, que la deseo como nunca he deseado a nadie. Lo quiero con todas mis fuerzas, pero no puedo. Tengo la sensación de que si doy un paso, caeré. Y caeré para no volver a levantarme. Desapareceré y me desintegraré porque se fue el oxígeno necesario para mi vida.